
Edward Weston fotografiado por su hijo Brett.
Edward Weston (24/03/1886 – 1/01/1958), fue un reconocido fotógrafo estadounidense, considerado de los más influyentes del siglo XX. Dedicó parte de su carrera al retrato profesional, pero lo que lo hizo realmente conocido fué el desarrollo de un estilo personal, realista, con gran definición, utilizando una cámara de 20x25cm. y copias por contacto, con diafragmas muy cerrados para aumentar la profundidad de campo, en temas como el paisaje natural, el desnudo o las formas más curiosas de vegetales.
Este estilo de fotografía directa se contraponía al pictorialismo, estilo en voga en ese momento. Junto a los fotógrafos Paul Strand, Ansel Adams, Imogen Cunningham y Willard Van Dyke, entre otros, fundaron el Grupo f/64.
De su matrimonio con Flora May Chandler, nacieron los hijos Chandler (1910), Brett (1911), Neil (1916), y Cole (1919). Después de conocer a Tina Modotti en 1921, abandonó la seguridad de la familia y ambos se trasladaron a México, donde vivieron entre 1923 y 1925, convirtiéndose en amantes. En 1927 regresa a California, estableciéndose en Wildcat Hill, una zona mimada por la naturaleza, entre Big Sur y Carmel by the Sea. Charis Wilson se convirte en su compañera y musa entre 1934 y 1945, año el cual se divorcian.
Realiza sus últimas fotografías en la reserva de Point Lobos, a pocos centenares de metros de su casa en Wildcat Hill, cuando ya estaba afectado por la enfermedad de Parkinson.
LA VISITA
Navegando la red y por casualidad, aterricé en la página de Edward Weston Photography. En la misma, observé con sorpresa que el lugar donde vivió Edward Weston durante una parte muy importante de su vida, Wildcat Hill, conservaba los objetos, mobiliario y laboratorio original donde el propio Weston revelaba sus fotografías. Mis manos empezaron a temblar y mis palabras a balbucear cuando me di cuenta que dicho “santuario” se podía visitar de forma gratuita y altruista.
Concerté una visita con el nieto de Edward Weston, Kim Weston a través de su esposa Gina. Ambos habitan tan especial lugar y fue muy agradable el encuentro con ellos. El lugar es encantador y muy acogedor por el tamaño de los diversos habitáculos y la calidez que proporciona la madera en toda la casa. Construida por el hijo de Edward, Neil, es una casa sencilla, nada ostentosa pero con una decoración muy “de artista” en la que se respira historia por los cuatro lados.
Kim Weston se mostró muy afable y abierto con nosotros, permitiéndonos realizar fotografías de tan especial lugar (pero también privado, ya que viven en él), extremo que le agradecemos profundamente. Nos preguntó si conocíamos algo de historia de la saga Weston, congratulándole que contestásemos afirmativamente. Fuimos recorriendo la estancia, deteniéndonos cada dos pasos, por la gran cantidad de fotografías de gran valor colgadas en las paredes o los objetos personales del propio Edward. “Aquí está mi padre, Cole, junto a sus hermanos y mis abuelos Edward y Flora”, “esta talla la realizo Brett, inspirado en esa fotografía”, “aquí está una fotografía de mi abuelo que realizó Ansel Adams, no muy lejos de aquí”, etc…, nos fue contando la historia de todo cuanto pasaba por nuestra retina.
Kim es un defensor de la fotografía química, pero respeta cualquier otro tipo de herramienta (digital o no) para llegar a un resultado. Con ánimo de crear algo de controversia, le invité a revisar un pequeño portfolio que llevaba bajo el brazo, de mis trabajos en giclée, impresos en papel baritado, brillante. Este papel en concreto, se parece mucho a las propias fotografías de Kim en gelatina de plata o en concreto al papel químico Ilford Multigrade brillante, secado al aire. Después de un buen rato observando, me preguntó si era digital lo que veía, contestándole que la impresión sí que lo era y le hice notar la similitud que podía haber entre una copia en gelatina de plata y las impresiones que veía. Estuvo de acuerdo con eso. También le indiqué que entre esas fotografías, que se mostraban similares en estilo y técnica, los “originales” provenían tanto de capturas digitales como de película 35mm, película 6x7cm, película 4×5 pulgadas y película 8×10 pulgadas. Extremo este, que le fue imposible discernir, ya que se trataban de impresiones de reducido tamaño en 20x25cm. y mostraban una gama tonal y acutancia semejante. Me gusta plantear este tipo de situaciones, para intentar demostrar que, lo realmente importante en un trabajo fotográfico con intención artística, es la copia final, siendo de menor importancia el instrumento utilizado para tal llegar a tal fin.
A la conclusión de la jornada, nos invitó a firmar el libro de visitas. Fue un honor compartir y hacer tan simple gesto con personajes de la talla de Dorothea Lange, Beaumont Newhall, Ansel Adams, John Sexton, Graham Nash o Dennis Hopper, entre muchos otros.
Kim Weston con mi familia en Wildcat Hill.
En un momento en que mi fotografía química, está más en la memoria que en el presente actual, visitar tan significativo lugar fué para mi, una experiencia excepcional.
Gracias Kim por preservar este patrimonio, compartirlo con nosotros y conservarlo para generaciones futuras.
The Weston Gallery
Ya que estábamos muy cerca de Carmel, aprovechamos para visitar una de las galerías fotográficas con más solera, establecida en 1975, la Weston Gallery.
Pudimos observar una cantidad considerable de trabajos a pesar del tamaño no muy ámplio de la galería. Si no estoy en un error, esta galería sólo representaba a autores los cuales trabajaran en película analógica y copia química, pero nos sorprendió encontrarnos algunos trabajos impresos en giclée y que ellos acuñan con el nombre “pigment prints”. Este cambio de mentalidad, quizás se deba a la fotógrafa Cara Weston (hermana de Kim), que produce su trabajo exclusivamente en giclée y es co-propietaria de dicha galería.
Las fotografías que personalmente más disfruté, fueron los originales (gelatina de plata) de Ansel Adams, Edward y Brett Weston y los retratos de animales en giclée de Paul Coghlin. También me sorprendieron algunas fotografías, de tamaño menor (unos 10×12 cm.), las cuales no me ofrecieron emoción alguna, excepto la perplejidad de observar su valor económico, tasado entre 15.000,00 y 28.000,00 dólares.
Weston Gallery en Carmel by the Sea, California.